Las llantas usadas arrojadas sobre lotes baldíos e incluso sobre las riberas de los cuerpos de agua y las calles y aceras de la ciudad no solo afean el entorno. De acuerdo con el concepto de expertos en temas sanitarios, son -además -peligrosos focos infecciosos que deben ser erradicados con urgencia. Por regla general, el lugar donde se arroja una llanta usada se convierte, como por arte de magia, en un basurero satélite, y lo que fue un problema fácil de solucionar, ocasionado por individuos incultos, se convierte -en ocasiones – en un verdadero drama.

Estudios científicos de varias de las universidades de mayor prestigio señalan que se trata de residuos sólidos que tardan cientos de años en desaparecer; son objetos, cuando hay protestas ciudadanas, de frecuentes quemas que afectan la atmósfera, perjudicando a la comunidad circunvecina; y atraen roedores y mosquitos que causan múltiples enfermedades. En todo el mundo, ante el galopante crecimiento de la venta de automotores, la disposición de las llantas se ha convertido en uno de los más graves problemas medioambientales de los últimos años.

Tomado de Revista Metro - Seguir Leyendo